Ya lo decían en aquel programa de Telecirco; el pasado siempre vuelve. "Faig barri" y desayuno en Sant Antoni. Voy con mi madre. Salimos del local y nos encontramos con Montse. Y como la vida en directo es muy intensa nos hacemos "cinq cèntims". ¡Y eso que nos vimos el miércoles! Y ahí, mientras rajamos, pasa por al lado. Periódico en mano, polo azul a rayas estrechas blancas, bermudas y menorquinas. Sí, no podía calzar de otra forma. Una historia de tres quedadas, que acabó antes de comenzar; una conexión virtual, terraceo junto al Macba, un AVE con cena y una comunidad de vecinos. 3 años y medio después. Según me dice Irene, las casualidades no existen. A veces, parece que no haya transcurrido el tiempo. A veces, como ya escribí tiempo atrás en el blog, entramos y salimos de la vida de otros como quien atraviesa una boca de metro y, casi siempre, la distancia física nos separa mucho menos de lo que imaginamos. Ignorarse nos aleja más...
Se llama Samiramis y lee las cartas en un bar de la calle de Ávila, cerca de las calles de prostitución del zaragozano barrio de Salamanca. El local, cutre, intenta reflejar un aire sirio que no va más allá de los dulces colocados en una vitrina, y de una pegatina con el nombre del país, cuyas letras están pintadas con los colores de la bandera. Es sábado por la mañana y la futuróloga tiene poca clientela. Mientras se espera, se pide en la barra algo para tomar, y se coge la vez. “La última es esa señora”, dice la camarera, muy maquillada, con jersey de cuello alto y foulard con estampado de leopardo, y gorro de lana en la cabeza. Samiramis es muy conocida en la ciudad, y frente a ella, y gracias al boca a boca, se sienta un público variopinto que ansía saber qué va a ocurrir en sus vidas. Pasados unos minutos, una amiga y yo estamos ya frente a la silla de la adivinadora. Por cierto, a punto de irnos. Son los nervios del momento. Observamos un cartel que prohíbe comer chicle, y otro q
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