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Mostrando entradas de 2014

La lotería de Ana

Les tocó la lotería a los chicos de la oficina. Y todos dejaron sus puestos de trabajo. Mandaron a la mierda a aquella empresa que, unos meses antes, los había subrogado aplastando sus escasos derechos laborales. Sin convenio, trabajando más horas y con el mismo mísero sueldo. Pero la suerte les cambió. Una noche, decidieron comprar un décimo para el gordo de Navidad en el restaurante en el que, de vez en cuando, quedaban a cenar. Lo hicieron en un arranque de esperanza, como una necesidad de cambiar su rumbo, de dibujar su próximo trayecto... ¡Y tocó! Aquel 22 de diciembre, los teclados se pulsaban lentamente. Los días libres por Navidad estaban asomando y el agotamiento de todo un año era cada vez más palpable. Ana subió eufórica del café de la mañana. "¡Ha tocado, ha tocado!", gritaba. Sin duda, el final del año trajo un año nuevo. Ella volvió a su tierra. Se instaló a las afueras de San Sebastián y comenzó de nuevo. Dejó atrás Barcelona, la ciudad a la que llegó con pare

Pequeños secretos

Lo supimos años después. Aquel viaje a Londres no fue turístico. Mónica viajó a una clínica para desprenderse de un proyecto para el que no estaba preparada.   La vorágine profesional me sitúa en un nuevo proyecto. Pero no es mi momento. Estoy agotado. Necesito un trabajo que no me haga estar conectado con la parte menos amable de la vida. Nadie sabe que algún día vaya a plantear mi excedencia. Un paréntesis no se sabe si para regresar o no.   Siempre se lo habían ocultado. Ella, siempre lo sospechó. Las noticias sobre bebés robados la pusieron en alerta. Las fechas coincidían. Sentía cada vez más evidente que sus padres se habían ido a la tumba con un secreto; el de su adopción.   Eran la familia que la sociedad marca como ideal. Una pareja joven, supuestamente enamorada, con dos niños y bien posicionados económicamente. Sin embargo, él llevaba una doble vida. Era gay.

Sin techo, sense sostre, homeless...

Tras amanecer, desayuna café acompañado de crujientes tostadas mientras él se lleva a la boca un mendrugo del día anterior. Mientras ventila su habitación y estira su nórdico de Ikea, él salvaguarda en un rincón del cajero sus viejos cartones que utiliza como catre. Pasa la mañana conectado a Internet. Él, si lee algo, será el diario gratuito que reparten a la boca del metro. Después, queda a almorzar en el restaurante de moda del barrio, a la vez que él hace cola en el comedor social. Por la tarde, disfruta de la oferta cultural barcelonesa. Él, deambula sin rumbo como si fuera invisible ante el gentío. Oscurece. Ducha relajante con gel aroma a coco, cena ligera y película en pantalla de plasma. Su vecino, con el estómago ya casi vacío, se enfrenta a otra noche a la intemperie bajo la hostilidad de la calle. Dos vidas cercanas en espacio y tiempo, pero demasiado opuestas. Ignorados, principalmente, por quien observa amanecer bajo un techo que le proporciona dignidad pero que, tal vez

Botón excedencia

Siento necesidad de parar. De tener tiempo. No sé muy bien para qué. De hecho, llevo mal no ocuparlo. Pienso que se escapa. Que las agujas del reloj no descansan. Que el tiempo es nuestro peor enemigo. Pero tenemos que soportarnos. Lo alimento. Lo cebo cada día hasta tener una agenda colapsada. Tiempo de trabajo, principalmente, y tiempo de ocio poco improvisado. Todo planificado. Consecuencia de la vorágine diaria. De un día a día de consumo rápido que pide más. Mi necesidad de parar lucha contra mi incapacidad de pisar freno. Por suerte, mañana es viernes. Pero llega el lunes. Y vuelta a empezar. Las semanas giran como la noria del recinto ferial. Pero, ¿y si pulso un botón llamado excedencia?

Macario

A pesar de mi aspecto, no cumplo años. Soy Macario, un muñeco de trapo que resulta familiar. Y no, no tengo nada que ver con aquel al que un famoso ventrílocuo metía mano en televisión. Mi boina, mis cuatro pelos, mis ojos saltones, mi enorme nariz y mi gran sonrisa son mi carta de presentación. Soy "achuchable", aunque hace años haya pasado al olvido de los juegos infantiles y permanezca sentado en el frío suelo de una habitación. Un cuarto en el que pasan las horas, pero en el que no pasa nada. Siempre he vivido en Zaragoza. Tiempo atrás, hice miles de kilómetros. Estaba allí donde iba aquel niño al que, con dos años, llegué a su vida. Creo que fui un regalo de Reyes. Por suerte, sobrevivo. Aunque sea una supervivencia invisible. Él viene de vez en cuando. No me habla. Pero sé que me quiere. Sé que jamás acabaré reciclado en un mercadillo callejero. Aquel niño fue haciéndose mayor. Y dejó de necesitarme. Pienso que fui el hermano que nunca tuvo. Él, cada día, intenta diseñ

Buenas noticias

Cada fin de semana, Pepe Ribagorda despide el informativo de Tele5 deseando una feliz semana, llena de buenas noticias "que falta hacen". Ha llegado septiembre y, más que nunca, necesito de esas buenas noticias. Porque, sí, hay cosas insustituibles, que nunca volverán. Pero hay que aprender que, en el día a día, hay momentos positivos. Hoy, por ejemplo, un buen amigo me cuenta que va a ser padre. La verdad es que septiembre ha llegado con ciertas ilusiones...habrá que esperar y dejar fluir las emociones...

Vida

"Que bonita es la vida que no es de nadie". Llamo a una usuaria y salta este mensaje en su buzón de voz. Una vida que no siempre está bien hecha. Una vida que, como canta Dani Martín, te hace sentir culpable, a veces ni te mira, vida repleta de gente. Gente que nace, que vive, que viene y va. Sobretodo que va, aunque las cosas buenas nunca deberían morir.

Pasillos

No me gustan los pasillos. No me gusta el pasillo asimétrico de mi piso, al que no puedo darle utilidad. No me gustan los interminables pasillos del metro. No me gusta perderme en los pasillos del supermercado, cuyos lineales van cambiando por una burda estrategia de marketing. No me gustan los pasillos verde insipido del hospital. Pasillos en los que te dan malas noticias, comprimidas en treinta segundos, con vocablos que no entiendes. Pasillos deshumanizados, donde eres un simple número. Pasillos en un hábitat que no controlas, en el que te sientes desprotegido... Un lugar que no hubieras querido pisar. No me gustan los pasillos. No me gusta esa "pieza de paso, larga y angosta, de cualquier edificio".

Volver

Volver. Volver a escribir en este blog casi abandonado, y no porque no haya cosas que teclear. Las circunstancias han hecho que sea en trayectos de AVE, con libreta y bolígrafo o bien con la heramienta "notas" del móvil, donde haya dejado fluir aquello que pienso, o siento. Ese único rinconcito, la escritura, en el que sumergen mis emociones, muchas veces negativas que implican vivir con ansiedad disfuncional, alerta y miedo. También vuelvo de vacaciones. Este año, más cortas. De hacer miles de kilómetros en avión, tren y esos autocares profundos que intentan conectar lugares y personas. Semanas de visitar lugares nuevos, de volver a los de siempre y de fotografiar momentos que, aunque más bonitos con la ayuda de Instagram, no disimulan una mirada triste, pensativa, perdida... Vuelvo a Barcelona, a mi rutina. A una ciudad y a un día a día del que me planteo una excedencia. Una vuelta dura. Con una ausencia, la de alguien que se fue hace ya tres meses. Son las hostias que te

Cuesta escribir

A veces, por mucho que haya que contar o escribir, cuesta hacerlo. Te sientes bloqueado. Ha ocurrido algo inesperado, duro, sin vuelta atrás y, de primeras, no sabes si es real o ciencia ficción. Hay quien habla de un proceso, con sus respectivas fases. Pero cada persona lo lleva como mejor puede. Para algunos, incluso, pararse puede causar más daño. El 30 de abril, y recién cumplidos mis 30, partía en asiento preferente en un AVE dejando una Barcelona iluminada porque mi prioridad y mi presencia estaban ubicados en otro lugar. Alguien muy cercano había tenido que hacer un parón. El primero en su vida. Y estoy convencido, que sabía que era el definitivo. Nunca mis lágrimas habían brotado de mis ojos así. Una vez más, me reafirmo en que la vida no es justa pero, con todo, hay que exprimir lo positivo. Poder estar, acompañar y decidir, en esos días, amortiguó. Ahora, hay que hacer piña, pedir ayuda, identificar emociones y recomponerse, porque como leí cuando las cosas ya no iban bien &

22/04/16

Algún compañero de curro ha escrito hoy, en un acta interna, la fecha 22/04/16. Es decir, dos años adelantando a su tiempo. Tal vez quiera, queramos, que el tiempo pase demasiado rápido porque dicen que el tiempo todo lo cura y hay cosas que el "aquí y ahora" no lo solucionan. Habrá que esperar...

Treinta

Treinta años, treinta horas para sentirte querido. Porque, hace unos días, alguien me preguntaba, en relación a mi desgaste profesional "y a ti, ¿quién te cuida?". El cambio de una década al límite. Con prescripción de desconectar en forma de avión o de tramitación de baja. Desgaste también personal, y familiar, claro está. Gotas que colman el vaso hasta que el agua se desparrama. Por suerte, tu gente, tus amigos, los de allí y los de aquí, con los que tanto compartiste, con los que tanto compartes, te regalan un masaje, un libro de "cosas no aburridas para ser la mar de feliz", body milk con aroma a mojito, una foto para recordar una época, una llamada madrileña o un mensaje por Facebook a miles de kilómetros con buenas noticias. Te insuflan aire para seguir volando como aquel globo que se te escapó cuando eras pequeño. Y también valoras lo positivo, que lo hay. Y soplas velas deseando algo. No lo de todos años que, ya que no llega, no lo das por imposible pero se

Cambio de billete

Domingo, primera hora de la mañana. Acompañar a Sants a cambiar un billete de tren por motivos médicos, pone la guinda a ocho semanas en las que el principal paréntesis han sido dos horas de escritura creativa. Y han dado para mucho. Para todo excepto para el relax. De bueno, regular y malo. De una "doble vida" o de algo en tu vida que casi nadie sabe. De encajar en la habitualidad del día a día. Porque normal, ¿qué es normal? Sin duda, comunicar bien, o aprender a hacerlo, puede amortiguar mucho los acontecimientos vitales. Principalmente, aquellos que aparecen, reaparecen o que se quedarán un tiempo, tal vez, más del que desearas. ¿Dónde está el botón stand by? Quiero apretar o, mejor aún, rebobinar hacia atrás...

Dia Internacional del TS

Hoy, 21 de marzo, se celebra el Día Internacional del Trabajo Social. Coincidencia, por cierto, que me hubiera cogido el día de asuntos propios. Porque, en determinados asuntos, todos somos usuarios. Y dejo un link ya que también reivindico que no soy asistente .

Nivel C

El C es el nivel de catalán que la Generalitat de Cataluña exige para la gran mayoría de convocatorias de empleo público. Un conocimiento que bien hay que demostrar documentalmente, o bien mediante examen. Y si no lo posees o no lo superas, quedas eliminado directamente. Aunque el proceso conste de más fases. Incluso aunque se trate de una simple bolsa de empleo, de la que nunca te llamen. Como no soy catalán, tengo otra visión del asunto. Por un lado, se da por hecho que todas aquellas personas que pueden demostrar el "titulito" manejan el idioma a la perfección, cuestión que no siempre es así. Por otro, en las convocatorias, se incluyen pruebas de lengua castellana para aquellos aspirantes que no tienen la nacionalidad española. Igual que con el catalán, se da por hecho que todos los españoles somos eruditos de la lengua, aunque haya quen no distinga la b de la v . Seguramente, podría montarse de otra manera. Por ejemplo, en el País Vasco saber euskera da puntos pero no

Lo que no se dice

Escribe Cain Q. en la Hippocampus Erectus sobre aquello que no se dice. Porque "tenemos miedo a esas palabras. Palabras que significan algo. Que te hacen imperfecto o vulnerable. Que nos desnudan por fin". Una Web que descubrí por un enlace colgado en Facebook, una de las pocas veces que entro en la red social. De hecho, la mayoría de personas que tengo agregadas son compañeros de un curso de catalán al que me apunté al mes de aterrizar en Barcelona. Seguramente, muchos ya ni siquiera estén aquí. Y tú, ¿qué es aquello que no dices? ¿Saben los demás todo de ti?

Vestuario masculino

El vestuario masculino del gym da mucho juego. Comentarios sobre tetas entre machos trogloditas. Viejetes con la pinga al aire revoloteando. Pierna tatuada con el escudo del Barça. Ejecutivo que llega para ponerse el traje y acudir a un evento. Marroquíes que se duchan con el gayumbo puesto. Grupo de colegas que se cubren el torso con celofán transparente, como si fuesen un bocadillo de tortilla de un lúgubre bar de carretera. Tíos que se cepillan los dientes, se afeitan o se depilan la espalda. Cuerpos buenorros que se enjabonan a tu lado. Papá que ha ido a buscar a su hijo y le seca el pelo tras la clase de natación. La chica de la limpieza a la que se le da luz verde para poder entrar. Los que se molan a si mismos y comprueban sus músculos ante el espejo. El vigoréxico que parece vivir allí. En fin, una caja de sorpresas antes y después de cada jornada deportiva.

Palabras suavizantes

No trata este post sobre el suavizante que "cuida las prendas que más quieres", sino en reflexionar acerca del lenguaje. Tampoco debate sobre el lenguaje inclusivo. Plantea la necesidad de escoger las palabras adecuadas cuando comunicamos algo. Cuando nos comunicamos con alguien. Palabras suavizantes. Porque no es lo mismo, por ejemplo, decir crónico que permanente. Y aunque juguemos al "parecido pero diferente", ese pequeño matiz puede lograr no herir el alma.

El tren de Paula

Volví a coincidir con ella. Viernes, 18:40. Alvia con destino Vitoria. Y ahí estaba, en el último vagón. Como la otra vez, jugueteando con su gato. Un gato que seguro le hacía compañía en sus noches solitarias. La observaba. No sabía nada de su vida. Imaginé que, un fin de semana más, huía de la agresividad urbana para refugiarse en sus orígenes. Imaginé a una mujer, de unos 40 años, en un dilema vital. Romper con lo poco que le unía a su ciudad adoptiva o tejer nuevas redes a las que agarrarse. Por ahora, en su agenda subrayaba con fluorescente verde la cita que, cada vez con más frecuencia, tenía en aquel andén de la estación de Sants. Por ahora, era la decisión intermedia que, llamémosla Paula, había escogido. 

Lucero Herido

Ya que no la subo al Instagram la subo al blog... Barcelona, 8/2/14

Virtudes

Chocolate a la taza para una tarde terapéutica en buena compañía. Y una echada de cartas. Según el Horóscopo de las Virtudes, comienzo el año contento y lo acabaré aventurero. Los demás me perciben sincero y la dulzura me estabilizará emocionalmente. Tendré que ser agradecido al trabajar y vivir con los demás. Y según la carta de la libertad "con mi apoyo interno rebaso los límites", creando proyectos innovadores. Será el momento de comenzar a diseñarlos...

Cuerda floja

Sensación de funambulista. Otra vez más, en la cuerda floja. Como si fuera cíclico, como si tuviera que repetirse cada cierto tiempo. Ahora, de manera inesperada. Así que afrontando el día a día, porque será el tiempo quien ponga las cosas en su sitio.

Pijama de estreno

  ...y decidió caminar bajo la lluvia hasta llegar a un comercio en el que se detuvo. Ojeó y pasaron unos minutos hasta escogerlo. Había comenzado la semana y decidió regalarse algo: un pijama. Un pijama para estrenar esa misma noche. Otra noche en la que se acostaría solo, y tras la que amanecería en el mismo lado de la cama, con la otra parte intacta...

Será un buen 2014

En boca de mucha gente, en la docena de días que llevamos de año, he escuchado que "2014 será bueno". Parece que el pasado, acabado en 13, fue de lo peorcito. Y es que vivimos tiempos convulsos. Tal vez, cada noche, antes de irnos a dormir, tengamos que analizar aquel momento del día que nos ha hecho un poquito felices. Porque casi seguro que algún momento hay...

Pinochos de la vida

Aquella marioneta de madera que acabó convirtiéndose en niño es Pinocho. Un personaje de la literatura infantil al que por mentir le crecía la nariz. ¿Y qué se les debería agrandar a aquellos adultos que no dicen la verdad? Por lo general, son personas con baja autoestima que se crean una mejor imagen de sí mismos para obtener la aceptación del resto. Y es más frecuente en hombres. Obviamente, se trata de mentirosos compulsivos. Artistas en mezclar mentira y verdad, de jugar al despiste, de saltar con habilidad de un tema a otro, de hacer pensar que es cierto aquello que argumentan y de enganchar...porque lo misterioso, o lo tóxico, atrapa. Así que, según me han contado, puedes conocer a alguien que dice llamarse Ángel pero a ti te consta que Miguel, que dice trabajar en un cuerpo policial pero resulta que es peluquero autónomo, que dice tener una carrera universitaria pero comete más faltas ortográficas que el más tonto de la clase (y no es excusa el lenguaje sms ), que dice habe