Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de octubre, 2017

Devolución...

Te escribo por última vez. A ti, cepillo de dientes negro. Te devolví. Me hizo mucha ilusión encontrarte, pero él no quería que estuvieses aquí. Fue un espejismo... Una estancia breve. Amor líquido, podría definirse. Te devolví con una caña y una ración de bravas, aparentemente, como si nada. Con la indiferencia de oir pero no escuchar pero también con la certeza de que era un buen candidato a no sé muy bien qué... Porque no hubo tiempo para votar. Me da rabia tener que, porque es un "tengo que" volver al mercadillo de los perfiles. Nos basamos en una foto, pero rescato una frase que en otro tiempo leí: "la belleza que atrae raramente es la belleza que enamora". Necesito coger ese avión. O varios aviones, mejor dicho. Tomar distancia, sentirme cuidado y explorar nuevos paisajes. Vorágine que no cesa. Tampoco hace falta. Recordatorio de pasado laboral, paseo playero con una Mosso d'Esquadra (con la que está cayendo), formación con la psicóloga de Operación Triun

Oh lá lá...

Volví de París... Y en el vuelo de vuelta, expliqué que el cepillo de dientes negro espera su retorno. Según Te lo diré bajito... de Lae Sánchez, "el lado bueno de las cosas es la oportunidad de volver a empezar". Porque la vida, dice, "es como un partido de fútbol". Y no creo que el banquillo sea mi lugar. Quiero mi balón, mis goles y mis penaltis. Quiero caer. Quiero levantarme. No quiero sentirme culpable. ¿Y qué hacer con la vulnerabilidad? Volveré a desnudarme, sin saber si lo mereces. Tal vez, haga las paces con la ambivalencia en un viaje de AVE. O utilice el comodín de las "soluciones intermedias". Me propones una birra. Yo prefería dormir abrazados. No es necesidad. No era un "tengo que". Sí que necesito volar, "abrir los ojos y mirar". Vencer miedos. Buscar alternativas. Ser mi propio Coach. Ser de quien me cuida... 

A ti, cepillo de dientes negro...

No sabía qué contarte en mi post anterior. A ti, cepillo de dientes negro te dedico estas líneas. Te dejaron en mi baño, una mañana de jueves. Creo en los símbolos. Y tú lo eras. Representabas una historia que se encauzaba. ¿Fue un error etiquetarla? Las palabras se las lleva el cierzo, ¿pero dónde se queda la emoción de los hechos? Te descubrí por sorpresa. Tras un beso, una mirada feliz y un encoger de hombros infantil antes de entrar en el ascensor, tras verle desde mi ventana como se alejaba para llegar, por primera vez desde mi casa, hasta su trabajo. Volvió al dia siguiente. Pero no sobrevivimos a un lunes festivo. No era una pausa publicitaria sino un punto y aparte. Recuerdo que dijo "no se puede dar una capa de pintura hasta que no se ha secado la siguiente". Y a ti cepillo de dientes negro, ¿qué podía decirte? Tan sólo recibía asépticas respuestas de WhatsApp. Las expectativas corrían de mi cuenta. Viajé 1000 kilómetros el fin de semana, y volví como espectador. Pe

¿Pausa publicitaria?

Una vez más, releo para teclear. Y comienzo rescatando una pregunta de mi post anterior: ¿hay algo que te haga no plantearte nada más? Y lo había, pero no era real. Balazos que llegan a la mente. Por suerte, la razón no venció a la emoción. Jugué, como la madrastra de Blancanieves al "espejito, espejito". Pero no por guapura, sino por ilusión y sonrisa. Y cuando todo parecía encauzarse, nos fuimos a publicidad. Un stand by conocido ante el que decidir cómo actuar. ¿De la misma manera o necesito algo diferente? Como Coach insisto: el cambio empieza en ti. Es decir, ante una determinada situación yo también puedo hacer o decir. Por ahora, no sé si estoy en la misma serie y, mucho menos, no sé si estoy en el mismo capítulo. Desde mi coherencia, hechos y palabras circulan en direcciones opuestas mientras la actualidad hace que se ponga el foco en la independencia de Cataluña. Pero, ¿qué le cuento al cepillo de dientes negro que hay en mi baño? Para mí, resulta mas simbólico que