La fiebre por las redes sociales ya tiene nombre: "extimidad". Y es que cuesta entender que sus usuarios hagan de una página de Internet, el escaparate de su vida. A través de, por ejemplo, Tuenti, puedes conocer la información más íntima de la persona. Y más aún si los comentarios se publican en el tablón, en lugar de enviar mensajes privados. De hecho, los menores sienten que quien no está en la Red no existe. Y no sólo los jovencitos. Yo mismo me creé un perfil porque suponía estar más integrado entre los compañeros de Universidad. Los que utilizamos Messenger, menos público y más inmediato, somos mirados como dinosaurios. Colgar fotos, cuantas más mejor, es símbolo de estatus. Hace unos meses, una amiga estuvo en Barcelona y, “gracias” al catálogo de imágenes que subió, no tuve que preguntarle qué había visitado. Según los expertos, el ordenador es una ventana abierta a nuestra casa. Pero por decisión propia. Indagando, puedes saber a qué hora ha quedado fulanito, quién es el nuevo novio de menganita, a dónde se va tal pandilla de vacaciones… y, si nos ponemos, cómo es el gayumbo que acabas de estrenar o la marca de condones utilizada en el último polvo. ¿Serán las redes sociales una nueva fuente para los periodistas? Si se creara una de famosos, desde luego, María Patiño tendría abundante información a golpe de ratón. Por cierto, este es el último refrán de moda: "Eres más falso que un amigo de Facebook".
Se llama Samiramis y lee las cartas en un bar de la calle de Ávila, cerca de las calles de prostitución del zaragozano barrio de Salamanca. El local, cutre, intenta reflejar un aire sirio que no va más allá de los dulces colocados en una vitrina, y de una pegatina con el nombre del país, cuyas letras están pintadas con los colores de la bandera. Es sábado por la mañana y la futuróloga tiene poca clientela. Mientras se espera, se pide en la barra algo para tomar, y se coge la vez. “La última es esa señora”, dice la camarera, muy maquillada, con jersey de cuello alto y foulard con estampado de leopardo, y gorro de lana en la cabeza. Samiramis es muy conocida en la ciudad, y frente a ella, y gracias al boca a boca, se sienta un público variopinto que ansía saber qué va a ocurrir en sus vidas. Pasados unos minutos, una amiga y yo estamos ya frente a la silla de la adivinadora. Por cierto, a punto de irnos. Son los nervios del momento. Observamos un cartel que prohíbe comer chicle, y otro q
Facebook te ayuda a mantener el contacto con amigos que estan lejos, y saber de sus vidas. Cada cual enseña lo que quiere ahí. No lo veo como algo malo, la verdad
ResponderEliminarTodo este "avance social" puede tener claras implicaciones negativas, pero depende de cada cual. Se pierde intimidad y nos deshumanizamos a la vez que compartimos cosas, somos menos "nuestros"... tal y como sucede en una relación de pareja. Lo malo es que se pierde el recelo social de quien realmente somos... ¡Qué profundo me ha salido! :$
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