Virtud o defecto tengo la capacidad de asociar o conectar aquello que puede no tenga conexión alguna. Hoy, explico a una persona que hubiera sido próxima el funcionamiento de un determinado servicio social, por el que, a las pocas horas, me pregunta, por casualidad, una compañera de trabajo. Y eso que se supone que las casualidades no existen. Así que, puede, mis conexiones también sean más reales que imaginarias. La mañana ha seguido con una reunión déjà vu en la que he tratado, con la misma profesional, un punto de un mismo tema como ya hice en un día fatídico, casi cinco meses atrás. Eso sí, en un nuevo escenario. Y esta persona se apellida igual que un técnico, al que sin conocerlo, he escrito un mail para quedar y presentarle un proyecto. Y seguimos conectando. Explorar Cataluña es uno de los propósitos de la nueva temporada. ¡Y que mejor que coger una guía en la biblioteca del Raval! Pues ahí, ha caído entre mis manos un libro sobre una determinada comarca de Girona que tomé prestado allá por octubre. Y es que mi mente, casi siempre, es un continuo banner. Les otorgue más o menos importancia. Això és responsabilitat meva.
Se llama Samiramis y lee las cartas en un bar de la calle de Ávila, cerca de las calles de prostitución del zaragozano barrio de Salamanca. El local, cutre, intenta reflejar un aire sirio que no va más allá de los dulces colocados en una vitrina, y de una pegatina con el nombre del país, cuyas letras están pintadas con los colores de la bandera. Es sábado por la mañana y la futuróloga tiene poca clientela. Mientras se espera, se pide en la barra algo para tomar, y se coge la vez. “La última es esa señora”, dice la camarera, muy maquillada, con jersey de cuello alto y foulard con estampado de leopardo, y gorro de lana en la cabeza. Samiramis es muy conocida en la ciudad, y frente a ella, y gracias al boca a boca, se sienta un público variopinto que ansía saber qué va a ocurrir en sus vidas. Pasados unos minutos, una amiga y yo estamos ya frente a la silla de la adivinadora. Por cierto, a punto de irnos. Son los nervios del momento. Observamos un cartel que prohíbe comer chicle, y otro q
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