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Apaños, que no soluciones, respecto al número de plazas en las bibliotecas de la Universidad

Tras la protesta del pasado miércoles, cuando un centenar de estudiantes continuaron estudiando pasadas las dos de la madrugada, hora de cierre del Pabellón de Filología, la Universidad de Zaragoza ha decidido que durante seis días (19, 20, 21, 26, 27 y 28 de junio), dicha sala permanezca abierta hasta las cuatro de la madrugada. Un apaño que no soluciona el problema de falta de plazas en las bibliotecas universitarias, durante los sábados por la tarde, domingos y festivos. Un recinto, por cierto, convertido en el cementerio de inmobiliario desechado de otras instalaciones (no hay más que comprobar los tipos de sillas existentes, muchas de ellas rotas). Una de las soluciones sería, por ejemplo, que también abriera la biblioteca María Moliner, muy próxima al Pabellón de Filología. Otra, que se limitara el acceso a alumnos/as de la Universidad de Zaragoza. A lo largo del mes de junio, muchas de las pocas plazas de la sala de estudio - cementerio, las han ocupado opositores, de Enfermería y Magisterio, principalmente, estudiantes de Bachillerato que preparaban la Selectividad y, también, aunque en menor medida, los de la Universidad San Jorge.

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