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Sea lo que sea...

Fueron intensos los primeros 15 días de 2015. De hecho, hay un post de aquella época que no releeré ahora. Obviamente, ya ha transcurrido la primera quincena del año. Y tampoco se queda atrás. Volver a Barcelona, aterrizar en el curro tras el parón navideño, una cena belga con helado de cannabis, un vermut ravarelero de cuatro horas, una quedada de tulipanes y tarot, un proyecto de vida en Chile que supone un apoyo que se aleja, ratitos de rebajas, lanzarse en la Rambla del Raval, una frase, "sea lo que sea, pasará", escrita en la pizarra de un local, un lustro desde que dejé Zaragoza, el reencuentro con Alejandro Márquez (mi personaje teatral), sesión con la psicóloga, un día compartiendo con Sandra, una cena improvisada con periodistas, hablar por el móvil una hora desde la cama, seis horas domingueras con Fran, preguntar por mi sobrina y una posible firma de la pipa de la paz. Pero la vida no es Mr. Wonderful. De hecho, les daría una hostia. Y es que, a veces, la vida trae malas intenciones de "gente" malintencionada.

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