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Sea lo que sea...

Fueron intensos los primeros 15 días de 2015. De hecho, hay un post de aquella época que no releeré ahora. Obviamente, ya ha transcurrido la primera quincena del año. Y tampoco se queda atrás. Volver a Barcelona, aterrizar en el curro tras el parón navideño, una cena belga con helado de cannabis, un vermut ravarelero de cuatro horas, una quedada de tulipanes y tarot, un proyecto de vida en Chile que supone un apoyo que se aleja, ratitos de rebajas, lanzarse en la Rambla del Raval, una frase, "sea lo que sea, pasará", escrita en la pizarra de un local, un lustro desde que dejé Zaragoza, el reencuentro con Alejandro Márquez (mi personaje teatral), sesión con la psicóloga, un día compartiendo con Sandra, una cena improvisada con periodistas, hablar por el móvil una hora desde la cama, seis horas domingueras con Fran, preguntar por mi sobrina y una posible firma de la pipa de la paz. Pero la vida no es Mr. Wonderful. De hecho, les daría una hostia. Y es que, a veces, la vida trae malas intenciones de "gente" malintencionada.

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Se llama Samiramis y lee las cartas en un bar de la calle de Ávila, cerca de las calles de prostitución del zaragozano barrio de Salamanca. El local, cutre, intenta reflejar un aire sirio que no va más allá de los dulces colocados en una vitrina, y de una pegatina con el nombre del país, cuyas letras están pintadas con los colores de la bandera. Es sábado por la mañana y la futuróloga tiene poca clientela. Mientras se espera, se pide en la barra algo para tomar, y se coge la vez. “La última es esa señora”, dice la camarera, muy maquillada, con jersey de cuello alto y foulard con estampado de leopardo, y gorro de lana en la cabeza. Samiramis es muy conocida en la ciudad, y frente a ella, y gracias al boca a boca, se sienta un público variopinto que ansía saber qué va a ocurrir en sus vidas. Pasados unos minutos, una amiga y yo estamos ya frente a la silla de la adivinadora. Por cierto, a punto de irnos. Son los nervios del momento. Observamos un cartel que prohíbe comer chicle, y otro q

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Sueño, suspiro, abrir y cerrar de ojos. 21 días intensos. Sensación de no haber ocurrido. Sin tiempo para digerir. Aterrizaje forzoso en la vorágine. Despedidas. Darse cuenta de la importancia del "aquí y ahora". Volver a "todo sigue igual" sin que tú seas el mismo. Querer marchar. Intentar mantener el espíritu "thai" un tiempo. Cuando cuesta volver...

Pinochos de la vida

Aquella marioneta de madera que acabó convirtiéndose en niño es Pinocho. Un personaje de la literatura infantil al que por mentir le crecía la nariz. ¿Y qué se les debería agrandar a aquellos adultos que no dicen la verdad? Por lo general, son personas con baja autoestima que se crean una mejor imagen de sí mismos para obtener la aceptación del resto. Y es más frecuente en hombres. Obviamente, se trata de mentirosos compulsivos. Artistas en mezclar mentira y verdad, de jugar al despiste, de saltar con habilidad de un tema a otro, de hacer pensar que es cierto aquello que argumentan y de enganchar...porque lo misterioso, o lo tóxico, atrapa. Así que, según me han contado, puedes conocer a alguien que dice llamarse Ángel pero a ti te consta que Miguel, que dice trabajar en un cuerpo policial pero resulta que es peluquero autónomo, que dice tener una carrera universitaria pero comete más faltas ortográficas que el más tonto de la clase (y no es excusa el lenguaje sms ), que dice habe