Volví de París... Y en el vuelo de vuelta, expliqué que el cepillo de dientes negro espera su retorno. Según Te lo diré bajito... de Lae Sánchez, "el lado bueno de las cosas es la oportunidad de volver a empezar". Porque la vida, dice, "es como un partido de fútbol". Y no creo que el banquillo sea mi lugar. Quiero mi balón, mis goles y mis penaltis. Quiero caer. Quiero levantarme. No quiero sentirme culpable. ¿Y qué hacer con la vulnerabilidad? Volveré a desnudarme, sin saber si lo mereces. Tal vez, haga las paces con la ambivalencia en un viaje de AVE. O utilice el comodín de las "soluciones intermedias". Me propones una birra. Yo prefería dormir abrazados. No es necesidad. No era un "tengo que". Sí que necesito volar, "abrir los ojos y mirar". Vencer miedos. Buscar alternativas. Ser mi propio Coach. Ser de quien me cuida...
Se llama Samiramis y lee las cartas en un bar de la calle de Ávila, cerca de las calles de prostitución del zaragozano barrio de Salamanca. El local, cutre, intenta reflejar un aire sirio que no va más allá de los dulces colocados en una vitrina, y de una pegatina con el nombre del país, cuyas letras están pintadas con los colores de la bandera. Es sábado por la mañana y la futuróloga tiene poca clientela. Mientras se espera, se pide en la barra algo para tomar, y se coge la vez. “La última es esa señora”, dice la camarera, muy maquillada, con jersey de cuello alto y foulard con estampado de leopardo, y gorro de lana en la cabeza. Samiramis es muy conocida en la ciudad, y frente a ella, y gracias al boca a boca, se sienta un público variopinto que ansía saber qué va a ocurrir en sus vidas. Pasados unos minutos, una amiga y yo estamos ya frente a la silla de la adivinadora. Por cierto, a punto de irnos. Son los nervios del momento. Observamos un cartel que prohíbe comer chicle, y otro q
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