Sobreviví a Fuenlabrada. Un broche potente con el que cierro, espero, un intenso 2010. Una aventura arriesgada, fruto de un sueño que se convirtió en pesadilla, y del que intenté despertar. Un cambio que salió bien, y un planteamiento que cambiaba a medida que se sucedieron los cursos. Porque la vida da muchas vueltas, y las circunstancias te llevan a nuevos proyectos. Y es que sin duda, el que yo denomino "Objetivo 2011" está muy claro, y nada tiene que ver con eso de "Algún día seré periodista".
Se llama Samiramis y lee las cartas en un bar de la calle de Ávila, cerca de las calles de prostitución del zaragozano barrio de Salamanca. El local, cutre, intenta reflejar un aire sirio que no va más allá de los dulces colocados en una vitrina, y de una pegatina con el nombre del país, cuyas letras están pintadas con los colores de la bandera. Es sábado por la mañana y la futuróloga tiene poca clientela. Mientras se espera, se pide en la barra algo para tomar, y se coge la vez. “La última es esa señora”, dice la camarera, muy maquillada, con jersey de cuello alto y foulard con estampado de leopardo, y gorro de lana en la cabeza. Samiramis es muy conocida en la ciudad, y frente a ella, y gracias al boca a boca, se sienta un público variopinto que ansía saber qué va a ocurrir en sus vidas. Pasados unos minutos, una amiga y yo estamos ya frente a la silla de la adivinadora. Por cierto, a punto de irnos. Son los nervios del momento. Observamos un cartel que prohíbe comer chicle, y otro q
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