Miércoles; mientras sigo envuelto entre el nórdico, recibo un WhatsApp que acerca días y kilómetros. Y salgo al balcón con mi taza de café, mientras contemplo un Raval poco madrugador. De fondo, noticias sobre sucesos. ¡Cómo si no tuviéramos ya bastante cada uno! Le envío el anterior post a mi terapeuta y me pongo con inglés. Hoy toca "Change lifestyle". ¡Hay que joderse! Bastante fácil el contenido de este bloque, por cierto. Ducha y a la calle. Convencido que la rutina no congela nuestra vida y que es el momento de "nuevas experiencias". Por absurdas que parezcan, estaré atento a ellas. Tras mi huida de este fin de semana, ya he vivido alguna. Hoy, por ejemplo, estreno un reloj comprado en Londres hace cinco años. Mientras tecleo, por cierto, escucho mi dosis de "gitaneo" que dice "y es que no encuentra palabras que describan este sentimiento...".
Se llama Samiramis y lee las cartas en un bar de la calle de Ávila, cerca de las calles de prostitución del zaragozano barrio de Salamanca. El local, cutre, intenta reflejar un aire sirio que no va más allá de los dulces colocados en una vitrina, y de una pegatina con el nombre del país, cuyas letras están pintadas con los colores de la bandera. Es sábado por la mañana y la futuróloga tiene poca clientela. Mientras se espera, se pide en la barra algo para tomar, y se coge la vez. “La última es esa señora”, dice la camarera, muy maquillada, con jersey de cuello alto y foulard con estampado de leopardo, y gorro de lana en la cabeza. Samiramis es muy conocida en la ciudad, y frente a ella, y gracias al boca a boca, se sienta un público variopinto que ansía saber qué va a ocurrir en sus vidas. Pasados unos minutos, una amiga y yo estamos ya frente a la silla de la adivinadora. Por cierto, a punto de irnos. Son los nervios del momento. Observamos un cartel que prohíbe comer chicle, y otro q
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