No sé cómo comenzar este post... Tal vez, debería llorar. Tal vez, no sea consciente de la despedida. Tal vez, sepa que vamos a seguir conectados. Tal vez, me joda que tardemos en vernos mucho más que tras la ruptura. No soy objetivo; cuando me explicaste tu proyecto, era algo utópico a lo que no quise prestar demasiada atención. Pero todo llega. Y el lunes aquel vuelo te llevará lejos. Como escribí en la tarjeta que hace un rato te he regalado "a veces, los deseos se cumplen". Y para que ese tiempo que anhelabas fuera sólo para ti, necesitabas empezar alejándote de la vorágine laboral. Un ámbito que compartimos y que, muchas veces, ofrece demasiados sinsabores. Han pasado muchas cosas que escapaban de tu control estas últimas semanas; precisamente, aquellas en las que nuestra unión se ha intensificado. No es fácil transformar las relaciones. Pero, como me dijiste al poco de conocerte, "no soy de los que desaparezco". Gracias por tus palabras; "quizá la confianza te la has ganado a pulso". Nos conocimos en el momento más complicado de mi vida. Fuiste mi primera pareja, me apoyaste en aquello que sabes y, a día de hoy, no eres mi ex ni eres un amigo. La complicidad que tengo contigo es diferente. En septiembre, me dijiste que tenías el vuelo, en noviembre tuviste que aplazarlo y comienzas febrero, por fin, viajando. Sabes que te echaré de menos. Mientras acabo de teclear, y con un nudo en la garganta, me viene la imagen de ese bus nocturno, al que has subido tras despedirnos, alejándose por la calle de Fontanella. Sé que dejaste de leer mi blog. Tiempo atrás había post que te hacían daño. Era otro momento. Y vuelvo a la tarjeta que hace un rato te he regalado "será como tenga y donde tenga que ser. No pienses en cómo y cuándo será la vuelta. Por ahora, disfruta de este break tanto como necesitas". ¡Buen viajeee! :)))
Se llama Samiramis y lee las cartas en un bar de la calle de Ávila, cerca de las calles de prostitución del zaragozano barrio de Salamanca. El local, cutre, intenta reflejar un aire sirio que no va más allá de los dulces colocados en una vitrina, y de una pegatina con el nombre del país, cuyas letras están pintadas con los colores de la bandera. Es sábado por la mañana y la futuróloga tiene poca clientela. Mientras se espera, se pide en la barra algo para tomar, y se coge la vez. “La última es esa señora”, dice la camarera, muy maquillada, con jersey de cuello alto y foulard con estampado de leopardo, y gorro de lana en la cabeza. Samiramis es muy conocida en la ciudad, y frente a ella, y gracias al boca a boca, se sienta un público variopinto que ansía saber qué va a ocurrir en sus vidas. Pasados unos minutos, una amiga y yo estamos ya frente a la silla de la adivinadora. Por cierto, a punto de irnos. Son los nervios del momento. Observamos un cartel que prohíbe comer chicle, y otro q
Un abrazo primo!
ResponderEliminarGracias guapa, besote!
ResponderEliminarCambios en tu vida. Típico.
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