Masaje de regalo. ¡Y nada como tener tiempo! Una decepción, un cambio profesional y un despacho compartido. Un "confiar en la vida" que le trajo algo mejor. Tras relajarme, charleta. Porque sí, se nota que vivo solo. Cuando llego a casa tengo tres opciones; hablar conmigo mismo (muy terapéutico), por teléfono o con las plantas. Y el masaje me da ideas. Los TS tenemos mucho que aportar, también a nivel privado. Y cree verme preparado para dar un salto. Por cierto; se confiesa y me explica que ella ya no caza mariposas. Se dedica a cuidar su jardín. Plantas diversas, en formas, olores y colores. Hasta que una mariposa, decida quedarse en él. ¡No interesan las que van de flor en flor! Pero ni siquiera controlamos nuestro propio vuelo.
Se llama Samiramis y lee las cartas en un bar de la calle de Ávila, cerca de las calles de prostitución del zaragozano barrio de Salamanca. El local, cutre, intenta reflejar un aire sirio que no va más allá de los dulces colocados en una vitrina, y de una pegatina con el nombre del país, cuyas letras están pintadas con los colores de la bandera. Es sábado por la mañana y la futuróloga tiene poca clientela. Mientras se espera, se pide en la barra algo para tomar, y se coge la vez. “La última es esa señora”, dice la camarera, muy maquillada, con jersey de cuello alto y foulard con estampado de leopardo, y gorro de lana en la cabeza. Samiramis es muy conocida en la ciudad, y frente a ella, y gracias al boca a boca, se sienta un público variopinto que ansía saber qué va a ocurrir en sus vidas. Pasados unos minutos, una amiga y yo estamos ya frente a la silla de la adivinadora. Por cierto, a punto de irnos. Son los nervios del momento. Observamos un cartel que prohíbe comer chicle, y otro q
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