Publicaron ayer un estudio que cifraba en el 20% la población que vive sola en España. Cada cual con sus circunstancias. Yo pasé de 0 a 100, de blanco a negro, de acompañado a solitario. De vivir con mis padres en Zaragoza a vivir solo en Barcelona. Como todo, tiene sus pros y sus contras. Pero, a veces, echas de menos la experiencia de compartir piso. Yo sé al tipo de relación que me refiero. ¡Nunca una convivencia tóxica jugando a las casitas! He dicho... Y reconduzco el post; compartir cómo ha ido el día, hacer la compra y no venir tú solo cargado como una mula, bajar acompañado a la tediosa reunión de la comunidad, que otro sepa arreglar el raíl de la puerta corredera del armario o que te hagan el tupper. Ahora bien, todo conlleva un proceso de adaptación. Y la convivencia no es fácil. ¡Hacer lo que quiero con mi pelo, también mola!