Comienzo este post con una reflexión que leí, en algún sitio, esta semana: "Decídete. Si sólo esperas, puede que nunca llegues". Y es cierto. Porque quien la sigue, creo, la consigue. Y es el que el destino toma parte de lo que nos ocurre en la vida, pero somos nosotros quienes, muchas veces, lo forzamos. Aunque no seamos conscientes. Redecoramos nuestra vida, empezamos desde cero, y evitamos pensarlo, y nos encontramos, o damos el encontronzazo, con personas del pasado. Alguien con quien ya no hay ese magia de antaño, a quien ya no ves atractivo, y quien crees no ha estado a la altura de las circunstancias. Cerrar puertas no es fácil, pero hay terapias de choque. Porque como dijo una vez Loles León, "la vida es un psiquiátrico", y de salud mental andamos justos. Así que lo primero será conocernos a nosotros mismos...
Se llama Samiramis y lee las cartas en un bar de la calle de Ávila, cerca de las calles de prostitución del zaragozano barrio de Salamanca. El local, cutre, intenta reflejar un aire sirio que no va más allá de los dulces colocados en una vitrina, y de una pegatina con el nombre del país, cuyas letras están pintadas con los colores de la bandera. Es sábado por la mañana y la futuróloga tiene poca clientela. Mientras se espera, se pide en la barra algo para tomar, y se coge la vez. “La última es esa señora”, dice la camarera, muy maquillada, con jersey de cuello alto y foulard con estampado de leopardo, y gorro de lana en la cabeza. Samiramis es muy conocida en la ciudad, y frente a ella, y gracias al boca a boca, se sienta un público variopinto que ansía saber qué va a ocurrir en sus vidas. Pasados unos minutos, una amiga y yo estamos ya frente a la silla de la adivinadora. Por cierto, a punto de irnos. Son los nervios del momento. Observamos un cartel que prohíbe comer chicle, y otro q
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