Hoy ha sido una mañana positiva. Un paréntesis en el caos de los últimos tiempos. Quedar con quien te sientes bien, un café con leche y un trozo de bizcocho al mosto, reencuentros, elegir un regalo para alguien especial y, al llegar a casa, recibir buenas noticias cuando enciendes el ordenador. Y es que, a veces, hay que tirar de los refranes. Yo hoy, escojo "quien no arriesga no gana". Porque a veces hay decisiones arriesgadas, que las tomas sin conocer cuál puede ser el resultado, que tu entorno no ve con buenos ojos, y de las que tú mismo no estás seguro. Pero el desenlace se pone de tu parte. Tu vida es tuya, y tienes derecho a equivocarte, pero agradeces la calma que supone un riesgo convertido en acierto.
Se llama Samiramis y lee las cartas en un bar de la calle de Ávila, cerca de las calles de prostitución del zaragozano barrio de Salamanca. El local, cutre, intenta reflejar un aire sirio que no va más allá de los dulces colocados en una vitrina, y de una pegatina con el nombre del país, cuyas letras están pintadas con los colores de la bandera. Es sábado por la mañana y la futuróloga tiene poca clientela. Mientras se espera, se pide en la barra algo para tomar, y se coge la vez. “La última es esa señora”, dice la camarera, muy maquillada, con jersey de cuello alto y foulard con estampado de leopardo, y gorro de lana en la cabeza. Samiramis es muy conocida en la ciudad, y frente a ella, y gracias al boca a boca, se sienta un público variopinto que ansía saber qué va a ocurrir en sus vidas. Pasados unos minutos, una amiga y yo estamos ya frente a la silla de la adivinadora. Por cierto, a punto de irnos. Son los nervios del momento. Observamos un cartel que prohíbe comer chicle, y otro q
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