El pasado jueves acudí al registro de una institución del Gobierno de Aragón. Tenía que presentar una solicitud de admisión a una prueba selectiva en el ayuntamiento de otra comunidad autónoma, y llevaba los impresos correspondientes, debidamente cumplimentados. Todo tal y como permite el artículo 4b de la ley 30/1992, de 26 de noviembre, de Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del Procedimiento Administrativo Común. El problema: no venía la dirección exacta del organismo, y la funcionaria dijo no tener tiempo de buscarla. ¿Y cuál es su trabajo? Me selló los impresos, me dio un post it con su número de teléfono, y me dijo que buscara en mi casa la dirección exacta y la llamara. El ojo se me caía pero, por no liarla, así lo hice. Fue tan sencillo como teclear en Google "Área de Gobierno de Hacienda y Administración Pública", y ¡magia! apareció la información deseada. Y la llamé. Esta funcionaria será una de las que se queje del recorte del 5% del Gobierno, pero a muchas y muchos tan incompetentes como ella, lo que tenía que hacer ZP es echarles a la puta calle.
Se llama Samiramis y lee las cartas en un bar de la calle de Ávila, cerca de las calles de prostitución del zaragozano barrio de Salamanca. El local, cutre, intenta reflejar un aire sirio que no va más allá de los dulces colocados en una vitrina, y de una pegatina con el nombre del país, cuyas letras están pintadas con los colores de la bandera. Es sábado por la mañana y la futuróloga tiene poca clientela. Mientras se espera, se pide en la barra algo para tomar, y se coge la vez. “La última es esa señora”, dice la camarera, muy maquillada, con jersey de cuello alto y foulard con estampado de leopardo, y gorro de lana en la cabeza. Samiramis es muy conocida en la ciudad, y frente a ella, y gracias al boca a boca, se sienta un público variopinto que ansía saber qué va a ocurrir en sus vidas. Pasados unos minutos, una amiga y yo estamos ya frente a la silla de la adivinadora. Por cierto, a punto de irnos. Son los nervios del momento. Observamos un cartel que prohíbe comer chicle, y otro q
qué paciencia más grande hay que tener a veces...
ResponderEliminarDi que si hombre hay muchos chupando del bote
ResponderEliminarbsitos! (Roxana)