AVE de lunes al mediodía que marcaba el punto y final del break veraniego más breve (por decisión propia) de los últimos 5 años. Un día en el que tu madre pasa por Barcelona, y aprovechas para cenar y ravalear. Un martes con propuesta de ensayo. ¿Qué me deparará el nuevo día? Tal vez, sea esa la pregunta o actitud con la que echarse a la calle. Cena con Montse. Miércoles desayunando "como marquesas" con Mariajo, de visita "reveladora" en Barcelona, jornada laboral en piscina pública y segundo encuentro. Jueves de jornada maratoniana aunque llevable. Agosto significa menor veneno laboral. Y regreso a casa, directo. Viernes de pequeño cumpleaños. Sábado de Coaching, kebab ravalero y paseo en momento TOP. Y el domingo un amanecer acompañado... ¿Dónde hay que firmar para que la vuelta de vacaciones SIEMPRE sea así? Y en un rato, Lion.
Se llama Samiramis y lee las cartas en un bar de la calle de Ávila, cerca de las calles de prostitución del zaragozano barrio de Salamanca. El local, cutre, intenta reflejar un aire sirio que no va más allá de los dulces colocados en una vitrina, y de una pegatina con el nombre del país, cuyas letras están pintadas con los colores de la bandera. Es sábado por la mañana y la futuróloga tiene poca clientela. Mientras se espera, se pide en la barra algo para tomar, y se coge la vez. “La última es esa señora”, dice la camarera, muy maquillada, con jersey de cuello alto y foulard con estampado de leopardo, y gorro de lana en la cabeza. Samiramis es muy conocida en la ciudad, y frente a ella, y gracias al boca a boca, se sienta un público variopinto que ansía saber qué va a ocurrir en sus vidas. Pasados unos minutos, una amiga y yo estamos ya frente a la silla de la adivinadora. Por cierto, a punto de irnos. Son los nervios del momento. Observamos un cartel que prohíbe comer chicle, y otro q
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