Escribía en el post anterior "yo sólo pido tranquilidad". Pero el comienzo de año, suele ser guerrero. Bajo del tranvía y camino mientras recapitulo otros enero complicados. Amenazas pandilleras, conatos de ruptura tras Reyes, visitas a Urgencias propias o ajenas... Y mañana toca coger el AVE. Será una vuelta amortiguada, tras una tarde de rebajas. 2016 fue un año sin mucho sobresalto. Y recuerdo especialmente mi escapada a Dublin. Y mi premio llegó antes de la lotería en forma de nuevo trabajo. Una vuelta de tuerca, menos atención directa y más tiempo para vivir. Pero vivir fuera es duro, como leo en otros blogs que sigo. Y, si me anticipo, amenaza un nuevo duelo en forma de marcha temporal. O tal vez no, o tal vez por menos tiempo... No se sabe, aquí y ahora.
Se llama Samiramis y lee las cartas en un bar de la calle de Ávila, cerca de las calles de prostitución del zaragozano barrio de Salamanca. El local, cutre, intenta reflejar un aire sirio que no va más allá de los dulces colocados en una vitrina, y de una pegatina con el nombre del país, cuyas letras están pintadas con los colores de la bandera. Es sábado por la mañana y la futuróloga tiene poca clientela. Mientras se espera, se pide en la barra algo para tomar, y se coge la vez. “La última es esa señora”, dice la camarera, muy maquillada, con jersey de cuello alto y foulard con estampado de leopardo, y gorro de lana en la cabeza. Samiramis es muy conocida en la ciudad, y frente a ella, y gracias al boca a boca, se sienta un público variopinto que ansía saber qué va a ocurrir en sus vidas. Pasados unos minutos, una amiga y yo estamos ya frente a la silla de la adivinadora. Por cierto, a punto de irnos. Son los nervios del momento. Observamos un cartel que prohíbe comer chicle, y otro q
Vente de vacas a holanda :)
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