Mi salida del Prelaboral marca una época. Una época, de luces y sombras, que comenzó en enero de 2014. Podría escribir mucho. Ya lo intenté fuera de este blog, pero me aburría. Sé perfectamente lo que hay. Temas más o menos trabajados. Tres años intensos, tres temas potentes. ¿Vida privada o vida secreta? Sin duda, temas que sacar al otro lado de la mesa. Comienzo una nueva época tras "trabajo al 200%", "mi vida está fuera" o "necesito reubicarme". Siento vértigo. Tal vez, había que empezar por un giro profesional. Marchar de un ambiente laboral gris, pero llevándome el cariño de las personas a las que atiendo. Mensajes como: "que la vida te devuelva todos los buenos momentos que nos has hecho pasar", "te deseo que sigas creciendo y ayudando a la gente en tu carrera", "gracias por tu entendimiento y ponerte en el lugar del otro", "la primera entrevista, un recuerdo para siempre", "se nos va uno de los grandes", "puedo decir que eres una gran persona", "transmites seguridad en lo que haces", "hiciste que diera el primer paso en mi recuperación" o "gracias por tu eficacia y paciencia". Esta semana es intensa; baja laboral programada, acompañamiento que algunos califican de "surrealista" pero que a mí me reconforta, cierre de mi propio proceso de inserción laboral tras "la decisión ya está tomada" y una escapada de cumpleaños a Zaragoza. A partir del 14, una nueva época cuyo título aún está por escribir. Y mil GRACIAS a las personas a las que atiendo. Como les dije el viernes, muchas veces no estamos tan lejos de las historias que nos explican.
Se llama Samiramis y lee las cartas en un bar de la calle de Ávila, cerca de las calles de prostitución del zaragozano barrio de Salamanca. El local, cutre, intenta reflejar un aire sirio que no va más allá de los dulces colocados en una vitrina, y de una pegatina con el nombre del país, cuyas letras están pintadas con los colores de la bandera. Es sábado por la mañana y la futuróloga tiene poca clientela. Mientras se espera, se pide en la barra algo para tomar, y se coge la vez. “La última es esa señora”, dice la camarera, muy maquillada, con jersey de cuello alto y foulard con estampado de leopardo, y gorro de lana en la cabeza. Samiramis es muy conocida en la ciudad, y frente a ella, y gracias al boca a boca, se sienta un público variopinto que ansía saber qué va a ocurrir en sus vidas. Pasados unos minutos, una amiga y yo estamos ya frente a la silla de la adivinadora. Por cierto, a punto de irnos. Son los nervios del momento. Observamos un cartel que prohíbe comer chicle, y otro q
El agradecimiento, el auténtico es un símbolo de grandeza. Un reconocimiento al otro que nos permite ser quien somos. Eres un crack, carlichu
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