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Vomitada confortable

Salir de la zona de confort, o no. ¡Esa es la cuestión! Y no es fácil decidir. Confort es sinónimo de bienestar. Y el bienestar es el "conjunto de cosas necesarias para vivir bien". Pero, ¿qué es bien? Y ¿qué cosas?, ¿cuántas cosas? Vivimos en la postmodernidad y vamos más allá de lo racional, según una conferencia de coaching a la que acudí. ¡Pero cada vez somos más neuróticos! Seguro que las personas con trastorno mental grave a las que atiendo tienen mayor elegancia interior ante los reveses de la vida. Y me jode irme por ellos. Pero tampoco ellos son eternos. Ayer, vi una película de Tim Burton y hubo algo que me encantó. La capacidad de vivir en bucle, entendido como el poder de que un determinado día vuelva a repetirse. ¿Qué día de tu vida te gustaría rebobinar? Esta semana no sé si estoy en pasado, presente o futuro. Sólo sé que voy a salir de la zona de confort, que era la crónica de una muerte anunciada y que si no saben darte lo que pides, te vas fuera y lo buscas. ¡Y aparece, por increíble que parezca! Dos años atrás firmé un cambio forzado, que casi me cuesta perder un AVE. Época en la que aprendí que mi vida está fuera y a la que le ha sucedido otra de reubicación o recolocación. Y sí, parar me cuesta. Para mí parar, es sinónimo de estatua humana de la Rambla de Barcelona. ¡Y no me veo! Por ello, y como otras muchas veces, opto por una solución intermedia; levantar el pie del acelerador. Aún así, todavía me es difícil identificar mis emociones. A pesar de una buena noticia. Tiempo atrás escribía "hacemos planes de futuro, aunque yo ni siquiera sepa si mañana me quedo sin curro". ¡Pero no hubiera sido buscado! Es distinto salir a que te saquen de la supuesta zona de confort. Y nada, este fin de semana será de reencuentros tranquilos. A mi alrededor, hay mucho movimiento últimamente. Tal vez, no terminemos de encontrar nuestro sitio. Pero tampoco ayuda pensar en la huida de la huida, y yo sé lo que me digo. De entrada, estamos desperdigados; a nivel nacional y, muy pronto, internacional. Despedidas, algo que no llevo bien. Ayer me decían que la mía será un duelo. Aunque, la verdad, no soy muy consciente. Por cierto, en aquella huida mía a Fuerteventura leí que "al ver como todo cambia, ella siente que no es la única que improvisa su futuro". Pero, seguramente, seamos títeres del presente porque no controlamos nada. ¿Me jode? Pues sí, mucho. Me costó aprenderlo. Y acabo con otra frase apropiada para el texto y, más aún, para una semana como la del 17 de Octubre en la que me he aislado del ruido exterior, se han vuelto a abrir las puertas de mi casa (parece el anuncio del programa de Bertin Osborne) y mi trayecto laboral sigue su rumbo. Ahí va; "en cada final está contenido un nuevo comienzo". ¡Buen fin de semana!

Comentarios

  1. Mare de deu xiquet!!supongo carlichu que lo que te cuesta, nos cuesta es que la vida fluye i no podemos parar ese flujo, ni modifucarlo. Hay que aprender a conseguir la estabilidad y el centro en la maraña de la incertidumbre. A respirar sin aire pero si con esperanza, a ser plastelina en los recovecos de los obstáculos de la vida. A aceptar sin resignación pero con la mirada atenta y el corazón tranquilo que la vida siempre nos lleva y nosotros sólo imponemos el ritmo y escogemos el camino. Y eso es lo mejor, poder escoger y atreverse. Explorar y explorarse, sentirse parte del flujo i danzar con el.o sea que a diseñar tu nueva coreografía i disfrutarla...no te queda otra, amigo.

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