Siento que me he quitado una losa de encima. Y es que un sueño, puede convertirse en un mal sueño. Casi, casi, en una pesadilla... En algo que afecta a la salud física y mental. Y hay que plantearse qué hacer. Barajar distintas opciones: resignarse y seguir, abandonar, o tomar una dirección alternativa. Y aunque comiences un viaje por una carretera llena de curvas, tal vez el destino sea más apetecible que el de una autopista, que parece no tiene final. Atrás dejas un proyecto, una ilusión, gente que merece la pena, pero no se trata de un adiós, sino de un hasta pronto. Un reemplazo a otro lugar, en el que afianzar ese nexo que un día nos unió, y que ahora se puede enriquecer. Porque, a veces, en la vida, hay que desmarcarse de lo establecido...
Se llama Samiramis y lee las cartas en un bar de la calle de Ávila, cerca de las calles de prostitución del zaragozano barrio de Salamanca. El local, cutre, intenta reflejar un aire sirio que no va más allá de los dulces colocados en una vitrina, y de una pegatina con el nombre del país, cuyas letras están pintadas con los colores de la bandera. Es sábado por la mañana y la futuróloga tiene poca clientela. Mientras se espera, se pide en la barra algo para tomar, y se coge la vez. “La última es esa señora”, dice la camarera, muy maquillada, con jersey de cuello alto y foulard con estampado de leopardo, y gorro de lana en la cabeza. Samiramis es muy conocida en la ciudad, y frente a ella, y gracias al boca a boca, se sienta un público variopinto que ansía saber qué va a ocurrir en sus vidas. Pasados unos minutos, una amiga y yo estamos ya frente a la silla de la adivinadora. Por cierto, a punto de irnos. Son los nervios del momento. Observamos un cartel que prohíbe comer chicle, y otro q
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