Te escribo por última vez. A ti, cepillo de dientes negro. Te devolví. Me hizo mucha ilusión encontrarte, pero él no quería que estuvieses aquí. Fue un espejismo... Una estancia breve. Amor líquido, podría definirse. Te devolví con una caña y una ración de bravas, aparentemente, como si nada. Con la indiferencia de oir pero no escuchar pero también con la certeza de que era un buen candidato a no sé muy bien qué... Porque no hubo tiempo para votar. Me da rabia tener que, porque es un "tengo que" volver al mercadillo de los perfiles. Nos basamos en una foto, pero rescato una frase que en otro tiempo leí: "la belleza que atrae raramente es la belleza que enamora". Necesito coger ese avión. O varios aviones, mejor dicho. Tomar distancia, sentirme cuidado y explorar nuevos paisajes. Vorágine que no cesa. Tampoco hace falta. Recordatorio de pasado laboral, paseo playero con una Mosso d'Esquadra (con la que está cayendo), formación con la psicóloga de Operación Triun