Saltan chispas en mi entorno cuando soy crítico con Zaragoza. Mi ciudad, la ciudad en la que viví durante 26 años, y con la que poco me identifico. Es así, no lo niego y siempre lo digo. Parezca bien o no. Eso sí; de vez en cuando es necesario regresar. Estar en tu entorno, con los tuyos, coger aire y volver. Normalmente, son escapadas estresantes: kilométros en ALSA, escasas 48 horas y compromisos varios. Esta, será una visita algo más larga, preventiva, de familiares más estables, y de ver a amigos a los que te apetece contar y que te cuenten. Una visita más optimista, con fecha de vuelta y proyectos a la espera, en la que brindaré en El Tubo por todo aquello que está por llegar. ¡Feliz fin de semana!
Se llama Samiramis y lee las cartas en un bar de la calle de Ávila, cerca de las calles de prostitución del zaragozano barrio de Salamanca. El local, cutre, intenta reflejar un aire sirio que no va más allá de los dulces colocados en una vitrina, y de una pegatina con el nombre del país, cuyas letras están pintadas con los colores de la bandera. Es sábado por la mañana y la futuróloga tiene poca clientela. Mientras se espera, se pide en la barra algo para tomar, y se coge la vez. “La última es esa señora”, dice la camarera, muy maquillada, con jersey de cuello alto y foulard con estampado de leopardo, y gorro de lana en la cabeza. Samiramis es muy conocida en la ciudad, y frente a ella, y gracias al boca a boca, se sienta un público variopinto que ansía saber qué va a ocurrir en sus vidas. Pasados unos minutos, una amiga y yo estamos ya frente a la silla de la adivinadora. Por cierto, a punto de irnos. Son los nervios del momento. Observamos un cartel que prohíbe comer chicle, y otro q
Bueno, yo tambien soy crítica con Zgz y con espa;a en general. Y saltan chispas, sí, pero me la pela
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