Tras un revés inesperado, puede que los deseos escritos en la noche de Sant Joan, se cumplan. Y eso que no siempre algo depende sólo de uno mismo. Aún así, apostar y arriesgar pueden ser los verbos propicios para el inicio de un verano, que como otros anteriores, promete ser intenso. Nuevos retos, tardes de playa, cambios, escapadas fugaces, encuentros, reencuentros, historias que se quedan atrás, otras que se retoman...y en el horizonte, un otoño distinto viendo caer las hojas en otro entorno. Relativizando el esfuerzo pasado de hará justo un año: meses de correos electrónicos masivos, de viajes de ida y vuelta, de traslados de expediente, de esperanzas, miedos y frustraciones, de cafés inciertos y ansiosos, de apuestas y cenas, de un posible cambio de vida...y de un sueño hecho realidad que llegó en forma de premio post sorteo de Lotería de Navidad.
Se llama Samiramis y lee las cartas en un bar de la calle de Ávila, cerca de las calles de prostitución del zaragozano barrio de Salamanca. El local, cutre, intenta reflejar un aire sirio que no va más allá de los dulces colocados en una vitrina, y de una pegatina con el nombre del país, cuyas letras están pintadas con los colores de la bandera. Es sábado por la mañana y la futuróloga tiene poca clientela. Mientras se espera, se pide en la barra algo para tomar, y se coge la vez. “La última es esa señora”, dice la camarera, muy maquillada, con jersey de cuello alto y foulard con estampado de leopardo, y gorro de lana en la cabeza. Samiramis es muy conocida en la ciudad, y frente a ella, y gracias al boca a boca, se sienta un público variopinto que ansía saber qué va a ocurrir en sus vidas. Pasados unos minutos, una amiga y yo estamos ya frente a la silla de la adivinadora. Por cierto, a punto de irnos. Son los nervios del momento. Observamos un cartel que prohíbe comer chicle, y otro q
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