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Cuando...

Cuando sales de una reunión, coges el metro en Paralelo y al llegar al despacho te dan una noticia que, tal vez, tiempo después aún no has encajado. Cuando acabas tu jornada laboral, le ves esperándote en aquel banco del paseo e intuyes que no acabaréis juntos la tarde. Cuando acudes a la primera sesión de la terapia, tomas un café con Ana y pillas el último AVE que conecta con Zaragoza. Cuando aquel trayecto bonito acabó, te echas a llorar antes que la psicóloga te abra la puerta y pasas el puente de mayo acompañado. Cuando...

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Samiramis

Se llama Samiramis y lee las cartas en un bar de la calle de Ávila, cerca de las calles de prostitución del zaragozano barrio de Salamanca. El local, cutre, intenta reflejar un aire sirio que no va más allá de los dulces colocados en una vitrina, y de una pegatina con el nombre del país, cuyas letras están pintadas con los colores de la bandera. Es sábado por la mañana y la futuróloga tiene poca clientela. Mientras se espera, se pide en la barra algo para tomar, y se coge la vez. “La última es esa señora”, dice la camarera, muy maquillada, con jersey de cuello alto y foulard con estampado de leopardo, y gorro de lana en la cabeza. Samiramis es muy conocida en la ciudad, y frente a ella, y gracias al boca a boca, se sienta un público variopinto que ansía saber qué va a ocurrir en sus vidas. Pasados unos minutos, una amiga y yo estamos ya frente a la silla de la adivinadora. Por cierto, a punto de irnos. Son los nervios del momento. Observamos un cartel que prohíbe comer chicle, y otro q

Cuando cuesta volver...

Sueño, suspiro, abrir y cerrar de ojos. 21 días intensos. Sensación de no haber ocurrido. Sin tiempo para digerir. Aterrizaje forzoso en la vorágine. Despedidas. Darse cuenta de la importancia del "aquí y ahora". Volver a "todo sigue igual" sin que tú seas el mismo. Querer marchar. Intentar mantener el espíritu "thai" un tiempo. Cuando cuesta volver...

Pinochos de la vida

Aquella marioneta de madera que acabó convirtiéndose en niño es Pinocho. Un personaje de la literatura infantil al que por mentir le crecía la nariz. ¿Y qué se les debería agrandar a aquellos adultos que no dicen la verdad? Por lo general, son personas con baja autoestima que se crean una mejor imagen de sí mismos para obtener la aceptación del resto. Y es más frecuente en hombres. Obviamente, se trata de mentirosos compulsivos. Artistas en mezclar mentira y verdad, de jugar al despiste, de saltar con habilidad de un tema a otro, de hacer pensar que es cierto aquello que argumentan y de enganchar...porque lo misterioso, o lo tóxico, atrapa. Así que, según me han contado, puedes conocer a alguien que dice llamarse Ángel pero a ti te consta que Miguel, que dice trabajar en un cuerpo policial pero resulta que es peluquero autónomo, que dice tener una carrera universitaria pero comete más faltas ortográficas que el más tonto de la clase (y no es excusa el lenguaje sms ), que dice habe