Con un posado robado en Castelldefels cierro temporada. Nueve meses intensos, que han tenido tela. Llegó septiembre; y con él, la marcha de Sofía, el recuerdo del comienzo de mi primera relación de pareja, un proceso de selección y una huida a Turín. Pasé cinco horas en urgencias por un cólico, conocí Lyon y vislumbré primeras trifulcas porque, como dice el refrán, "en todas las casas se cuecen habas". ¡También en la de un trabajador social! Sobreviví a Navidad y volví a Barcelona en Blablacar. Me dediqué a ocupar mi tiempo libre y el tiempo libre se convirtió en una obligación. ¡Mala estrategia! Tengo que escuchar al cuerpo, escucharme a mí mismo, reflexionar en voz alta y escribir más en este blog. Y como Sevilla tiene un color especial, allá que me fui con mi madre. Ha sido el único viaje del año hasta la fecha. Obviamente, Zaragoza no cuenta. Llegué a los 32 y estrené gafas naranjas. Ese día, que pudo ser complicado, estuvieron los pilares barceloneses. ¡Chicas, gracias