Mañana ya hace un año del cambio de década. Una década que tuvo un antes y un después. Hoy, para los cristianos Sábado de Gloria, es mi último día antes de sumar un digito. Y despido la mañana con este post. Una mañana de levantarme temprano, desayunar y pasear por el Gótico de Barcelona, pausado, sacando fotos que iré subiendo a mi cuenta de Instagram y haciendo una maleta que me hará desconectar 24 horas, no muy lejos de aquí, en modo budista y muy bien acompañado. Porque, después del terremoto emocional, no debería tener motivos para esa inseguridad que a todos, en algún momento y por alguna circunstancia, nos invade. Mañana, será un cumpleaños diferente. Distinto a los anteriores. Con una presencia pero también con una ausencia. Con el bagaje de haber sumado 365 días que han pasado rápido, demasiado rápido. Releo el post que publiqué aquí el pasado año, el día posterior al 5 de abril, y aquello que escribí de "y soplas velas deseando algo...", se cumplió justo el aniversario que ni siquiera lo pedí. Va a ser cierto que la vida es una improvisación continua. ¡Pues improvisemos!
Se llama Samiramis y lee las cartas en un bar de la calle de Ávila, cerca de las calles de prostitución del zaragozano barrio de Salamanca. El local, cutre, intenta reflejar un aire sirio que no va más allá de los dulces colocados en una vitrina, y de una pegatina con el nombre del país, cuyas letras están pintadas con los colores de la bandera. Es sábado por la mañana y la futuróloga tiene poca clientela. Mientras se espera, se pide en la barra algo para tomar, y se coge la vez. “La última es esa señora”, dice la camarera, muy maquillada, con jersey de cuello alto y foulard con estampado de leopardo, y gorro de lana en la cabeza. Samiramis es muy conocida en la ciudad, y frente a ella, y gracias al boca a boca, se sienta un público variopinto que ansía saber qué va a ocurrir en sus vidas. Pasados unos minutos, una amiga y yo estamos ya frente a la silla de la adivinadora. Por cierto, a punto de irnos. Son los nervios del momento. Observamos un cartel que prohíbe comer chicle, y otro q
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