El vestuario masculino del gym da mucho juego. Comentarios sobre tetas entre machos trogloditas. Viejetes con la pinga al aire revoloteando. Pierna tatuada con el escudo del Barça. Ejecutivo que llega para ponerse el traje y acudir a un evento. Marroquíes que se duchan con el gayumbo puesto. Grupo de colegas que se cubren el torso con celofán transparente, como si fuesen un bocadillo de tortilla de un lúgubre bar de carretera. Tíos que se cepillan los dientes, se afeitan o se depilan la espalda. Cuerpos buenorros que se enjabonan a tu lado. Papá que ha ido a buscar a su hijo y le seca el pelo tras la clase de natación. La chica de la limpieza a la que se le da luz verde para poder entrar. Los que se molan a si mismos y comprueban sus músculos ante el espejo. El vigoréxico que parece vivir allí. En fin, una caja de sorpresas antes y después de cada jornada deportiva.