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Mostrando entradas de agosto, 2014

Pasillos

No me gustan los pasillos. No me gusta el pasillo asimétrico de mi piso, al que no puedo darle utilidad. No me gustan los interminables pasillos del metro. No me gusta perderme en los pasillos del supermercado, cuyos lineales van cambiando por una burda estrategia de marketing. No me gustan los pasillos verde insipido del hospital. Pasillos en los que te dan malas noticias, comprimidas en treinta segundos, con vocablos que no entiendes. Pasillos deshumanizados, donde eres un simple número. Pasillos en un hábitat que no controlas, en el que te sientes desprotegido... Un lugar que no hubieras querido pisar. No me gustan los pasillos. No me gusta esa "pieza de paso, larga y angosta, de cualquier edificio".

Volver

Volver. Volver a escribir en este blog casi abandonado, y no porque no haya cosas que teclear. Las circunstancias han hecho que sea en trayectos de AVE, con libreta y bolígrafo o bien con la heramienta "notas" del móvil, donde haya dejado fluir aquello que pienso, o siento. Ese único rinconcito, la escritura, en el que sumergen mis emociones, muchas veces negativas que implican vivir con ansiedad disfuncional, alerta y miedo. También vuelvo de vacaciones. Este año, más cortas. De hacer miles de kilómetros en avión, tren y esos autocares profundos que intentan conectar lugares y personas. Semanas de visitar lugares nuevos, de volver a los de siempre y de fotografiar momentos que, aunque más bonitos con la ayuda de Instagram, no disimulan una mirada triste, pensativa, perdida... Vuelvo a Barcelona, a mi rutina. A una ciudad y a un día a día del que me planteo una excedencia. Una vuelta dura. Con una ausencia, la de alguien que se fue hace ya tres meses. Son las hostias que te